INSOMNIO
Por: Skalder
Últimamente no puedo dormir. Vienen a mí recuerdos de mi madre, los últimos días de su vida. Veo en mi mente su rostro cubierto de lágrimas, escucho su voz quebrada diciéndome "Hija, es que lo extraño tanto". Me dolía mucho verla así. "¿A quién mamí? ¿A quién extrañas?"
Ella siempre hablaba de el día en que papá se fue. Yo no lo entendía, seguía viéndola prepararle café, planchar sus camisas, besarle las mejillas y, a él, aun lo veia sentado en su sillón, entretenido con su colección de monedas. Sin embargo mamá seguía llorando cuando creía que nadie la observaba, pero yo lo hacia.
Un día me paseaba frente a su alcoba y la vi, frotando el suéter de mi padre en su rostro, cómo si fuese un tesoro precioso del que se pudiera extraer esencia con tan sólo tocarlo. Me senté junto a ella en la cama y me abracé a su espalda. Le pregunté por qué lloraba; me dijo lo mismo de siempre
-...lo extraño tanto, hija, con toda mi alma.
-¿a papi?
-Si... él era el hombre más bueno del mundo.
-¿Y por qué ya no lo es?
-Porque papi ya está muerto, mi cielo.
-¿qué es estar muerto?
-Bueno, eso es complicado para ti, pero digamos que se fue para siempre, ya no hay nada de él aquí, más que este suéter.
- Mamá, él sigue aquí ¡lo acabo de ver en la cocina!
-shhh... no, él no es papi. Pero, se parece mucho ¿no?
-Si... ¿Quién es ese entonces?
-No lo sé.
Desde ese día, comencé a notar algo extraño en el hombre del sillón; lucía exactamente como mi padre, tenía el mismo cabello, los mismos labios, los mismos lunares, las mismas viejas pantuflas rojas; tenía los mismos ojos que papá pero, por alguna razón, lucían ajenos en aquella cabeza. Incluso sus manos, parecían tener la misma textura y cicatriz de siempre, pero se sentían diferentes, muy frías, livianas; como si tuvieran el poder de destrozarte si se les diera la gana. También noté, que desde hacia algún tiempo no había visto a papá reír o hablar o abrir la boca. Lo había escuchado, si; pero nunca estaba presente cuando lo hacia.
Me sentí muy triste por mamá. Aunque era pequeña, trataba de imaginar el dolor que sentia, de amar tanto a una persona que se fue y extrañarlo mientras vives con alguien que te lo recuerda. En realidad no, no lo imaginaba. Pero ahora si.
Los días posteriores a eso, me resultan confusos. Eran vacaciones y yo pasaba todo el día en casa; mientras jugaba, descubrí que el sillón de papá estaba siempre lleno de tiras de paja, también el suelo y su ropa. Pensaba que, quizá, se hubieran pegado a su ropa cuando salía al bosque, pero las encontraba todo el tiempo. Mamá ya no limpiaba la casa, estaba demasiado triste; hasta que un día, simplemente dejó de llorar.
Ese día bajé de mi cuarto, era tarde y mamá no me había despertado para desayunar, el sol brillaba y en la cocina el suelo era rojo. Mamá estaba en el suelo y papá la sostenía con un brazo, la ropa de ambos estaba llena de sangre y no podía adivinar de quien era todo aquel líquido carmín.
Estaban tan juntos, como mamá había querido desde hacia mucho tiempo... Papá la sostenía con un brazo, mientras se metía la mano en su propia boca, hasta su garganta y sacaba puños de paja, que después introducía violentamente en la boca de mami.
No recuerdo nada más de ese día. Tampoco sé si realmente ocurrió así, o si mi joven mente inventó gran parte de lo sucedido, pero pienso mucho en eso, extraño a mamá.
Últimamente no puedo dormir. En las mañanas he encontrado tiras de paja en la almohada de mi esposo y hace días que lo notó distinto, sus manos son tan frías.